Es difícil pensar en una cuestión con tanto potencial para convertirse en el principal conflicto político del siglo XXI como la vivienda. No es de extrañar que la Comisión Europea haya decidido nombrar, por primera vez, a un comisario de vivienda.
La vivienda toca todos los palos: es un bien de primera necesidad y un derecho constitucional (art. 47), pero también es una mercancía lucrativa que representa la principal fuente de riqueza para la clase media-baja y de inversión (no productiva) en España. Además, la vivienda es el principal mecanismo de transmisión intergeneracional de desigualdad económica que produce una notable brecha socioeconómica entre propietarios y arrendatarios, así como entre mayores y jóvenes e inmigrantes y nacionales. Por si fuera poco, el crecimiento de plataformas como Airbnb ha convertido la vivienda en un pilar fundamental del mayor sector económico del país: el turismo, con un impacto al alza en los precios.
Sobre todo, la vivienda es el principal mecanismo de extracción de rentas de la clase trabajadora hacia la clase rentista. Con la Encuesta Financiera de las Familias1 podemos dividir la población por riqueza neta y observar qué porcentaje de ingresos del alquiler de propiedad inmobiliaria se lleva cada grupo. Más del 50% de los beneficios van a manos del 20% más rico:
Esto se traduce en fuertes desigualdades según el estatus de vivienda. La riqueza media neta en España por estatus de vivienda es la siguiente:
Propietarios: 400.000€
Con hipoteca: 200.000€
En alquiler/otros: 60.000€
Dicho de otro modo, la riqueza media de un hogar de propietarios es más de seis veces la de un hogar en alquiler, un grupo que en España presenta la mayor proporción de personas que se encuentran en una situación de pobreza o de exclusión social de toda la UE-27.
La crisis de poder adquisitivo para quienes viven de alquiler es evidente, y se debe sobre todo al gasto en vivienda. En el siguiente gráfico, ilustro la estructura de gasto de los hogares en alquiler en España por quintiles, utilizando los últimos datos de 2022 de la Encuesta de Presupuestos Familiares2. Podemos observar, por ejemplo, la estructura de gasto del 20% de los hogares en alquiler con menor renta y compararla con la del 20% con mayor renta.
Cuatro apuntes:
El quintil más bajo gasta, de media, un 45% en vivienda. Eso significa que casi la mitad del gasto de los hogares más vulnerables se destina a la vivienda.
Cálculo no observable en el gráfico: un 37% de los hogares gastan más de un 40% en vivienda. El Banco de España llega a una cifra similar y destaca la peor situación de España en comparación con las grandes economías europeas. En Madrid, ese dato es incluso peor.
El mayor gasto de los deciles más bajos está concentrado en bienes de primera necesidad, que son precisamente los que más han sufrido un aumento de precios con la inflación.
Si nos centramos en el conjunto de hogares (no solo aquellos en alquiler), la evolución del gasto destinado a vivienda es escalofriante. En 1972, los hogares en España gastaban el 14.9% de su presupuesto total en vivienda. En 2022, ese porcentaje ascendió al 32.45%. En medio siglo, nuestro gasto en vivienda ha más que duplicado.
Se trata de una situación cada vez más inasumible que requiere una decidida intervención de los poderes públicos. Otro día hablaremos más a fondo del diagnóstico del problema y de sus posible soluciones. Adelanto que, más allá del problema de los alquileres turísticos y de las viviendas vacías, la solución no pasa por construir más viviendas a merced de un mercado peculiar incapaz de autorregularse, siempre en detrimento de los más vulnerables. Debemos concebir un conjunto de medidas que aborden soluciones tanto de la oferta como de la demanda.
Por ahora, tres apuntes a modo de conclusión:
El mercado del alquiler está roto y agrava la crisis de poder adquisitivo.
De poco sirve generar más empleo y mejorar los salarios si no se aborda el principal mecanismo de extracción de recursos de la clase trabajadora hacia la clase rentista: la vivienda.
Un modelo de país no es sostenible si tiene un mercado de vivienda que, por un lado, asfixia el consumo de las familias y, por otro, potencia una economía no productiva.
P.D. No os perdáis esta entrevista a fondo con Javier Burón.
Los datos de 2023 se están revisando y estarán disponibles en breve.